Estos retratos nacen del encuentro. Son personas que, en algún momento, he conocido: rostros que cruzaron mi camino y dejaron una huella, visible o invisible. Cada uno de ellos guarda una historia, una emoción, un fragmento de vida que intenté capturar antes de que se desvaneciera.
No busco la pose ni la perfección. Busco la presencia. Ese instante en el que la mirada revela algo más que una expresión — una verdad fugaz, un pensamiento que apenas asoma. En cada fotografía intento que la persona se reconozca, pero también que el espectador se vea reflejado.
Retratar para mí es una forma de diálogo silencioso. Una manera de detener el tiempo y de acercarme al misterio de los otros.
Cada imagen es un intento por comprender la humanidad que compartimos, por guardar la belleza de lo que somos cuando nos dejamos ver sin defensa.
































